Más importante que retratar un conflicto es informar a tiempo para evitarlo.
A menudo, un reflexivo reportaje es el eco tardío de una nefasta información.Como un bonito epitafio que pretende hacer justicia con quien fue despreciado en vida.
Descubro hoy, en El País, un reportaje vergonzante. No por su falta de rigor en lo expuesto, de lo que habría ya mucho que hablar, sino por reflejar sin ningún rubor los lamentables perjuicios sociales que la falta de una mínima información periodística ha permitido, si no promovido y exaltado. Lo digo porque el autor del reportaje habla de lo que habla, la cara oculta de los deslumbrantes avances tecnológicos que inundan el mercado de consumo.
Atrapados por la tecnología de consumo (Javier Lafuente)
Se nos dice, como si tal cosa, “…de ahí que la tendencia sea aglutinar aparatos que quizá no se vayan a utilizar jamás pero que hay que mostrar” o, en relación a la reciente guerra de formatos, “El triunfo de Sony, además de dejar, al menos en España, a 10.000 personas con un formato de DVD obsoleto, ha sido doble.” o, en el colmo de la inconsciencia, “Nadie duda de que la oferta es excesiva.” Por si fuera poco, pregunta el periodista, no sabemos a quién, “¿Qué ha ocurrido para que, a pesar de la vorágine de productos, el consumidor no se sienta agobiado, sino todo lo contrario?”
Pero bueno, ¿habré soñado yo que han sido los medios de comunicación, prensa, radio, televisión.., absolutamente todos, los que durante años han servido de cansinos megáfonos para cantar las excelencias del consumo tecnológico?
Mi hijo tiene ahora nueve años. Jamás ha visto ni oído una sola advertencia contra el consumo de tecnología, y mucho menos, contra los infinitos mensajes publicitarios que ha recibido del tipo Podrás comunicarte siempre con tus amigos, Pensado para ti, Entra en una nueva dimensión o cualquier otra agresión informativa similar.
¿Es que los periodistas no mirarán nunca hacia sus propias responsabilidades? Así nos luce el pelo. Menos mal que hacemos cuidados reportajes donde, cada cierto tiempo, nos reconciliamos con la realidad y ponemos el contador a cero. Así estamos listos para seguir difundiendo la tecnolatría que consumimos y nos consume, con la conciencia tranquila.
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