Escribir en la red sin red

niña al microfono

Es el nuestro un mundo de crecientes monstruos que, implacables, llenan nuestro entorno con sus máquinas de mensajes,

su retórica y su fanatismo por el sistema que los mantiene en pie. Son nuevos “colosos de Rodas”, mitad padres, mitad dioses, bajo los que navega nuestra ignorancia y nuestra perplejidad cotidiana. En este mundo, el periodista individual es un mutante.

Nos ha costado más de doscientos años encontrarle las vueltas a la sociedad de masas. Por fin, el inevitable mal menor por el que la información fluye unidireccionalmente de uno hacia muchos, resulta casi evitable. La red de redes permite un nuevo juego de todos para todos. Los colosos mediáticos se revuelven sobre sus pedestales pero sonríen cínicamente. La red, ¡oh, sí, la red! Celebremos la naciente sociedad del conocimiento – exclaman encantados – mientras se apresuran a postularse como los nuevos guardianes de Internet.

La tecnología digital estalla como una bomba en el seno de los medios de comunicación. Los talleres, imprentas y redacciones se atomizan y dispersan. Cada periodista se convierte en una completa factoría de información lista para ser consumida. Se siente independiente y un orgulloso profesional. Y ama a la empresa que le permite serlo. Y sucumbe al brillo de las candilejas. Y al poder del dinero que lo esclaviza.

Mientras tanto, el periodista individual escudriña entre la pestilencia, ajeno al baile glamuroso del periodismo de salón, al que nunca ha sido invitado. Sueña con un editor que, impresionado por su brillante trabajo, le aúpe al menos a los escaparates de las librerías. Puede que le mueva el afán por servir a la comunidad o quizá no. Pero sabe lo que a ésta le interesa, y lo quiere encontrar. Como los buenos periódicos, piensa. Escribe como quien talla una joya. Ofrece lo que no tiene y se encamina, sin saberlo, hacia el vértigo del funanbulista al que retiran la red. Sus fuentes no son sus fuentes, porque éstas son sólo de quien es capaz de convertirlas en beneficio. Su secreto profesional no tiene amparo porque, aunque profesa su oficio más que las de la mayoría de sus no-colegas, no cotiza en la bolsa de las empresas editoriales. El poder tiene sus contrapesos y él no pesa nada.

En la red sin redLos que no pueden indagar y preguntar con arnés homologado de seguridad no pueden indagar ni preguntar. Hoy, ya muchos creemos que, afortunadamente, cualquiera puede convertirse en editor, gracias a la tecnología que el negocio de los mismos media ha desarrollado. La tan traída y llevada pluralidad informativa está ya al alcance de la mano sublimada en una nueva plataforma de relaciones en red, donde todos podemos informar y desinformar. Un espacio donde la voz de las mayorías puede sonar tanto como la de las ignoradas minorías.

Un horizonte de mutación total, el mundo del periodista individual, igualado técnicamente a los oligarcas mediáticos. Lo único que peligra con ello es la sociedad de masas, la sociedad donde unos pocos tienen el divino privilegio de decidir con qué deben soñar los demás. Una sociedad a quien no gusta el periodista individual, porque no se conforma con votar, producir y comprar al compás de esos sueños.

2 Comments

  1. Estimado escritor no coincido con tu comentario.
    Realmente si estarias en contra del Periodismo actual, entonces no le darias importancia al uso de internet, por el medio el cual publicaste lo que escribiste. Sin embargo esperas que alguien lo lea.” (La tecnología digital estalla como una bomba en el seno de los medios de comunicación. Los talleres, imprentas y redacciones se atomizan y dispersan. Cada periodista se convierte en una completa factoría de información lista para ser consumida.”
    Con respecto a esto, la tecnologia digital no ha sido en vano, es un instrumento de trabajo en los medios de comunicacion, nos acercan datos que antes se los encontraba de otras formas, eso no significa y no quita que hoy en dia los periodistas no salgamos a buscar la informacion a las calles, y a codificarlas e interpretarla luego, hoy en dia se lo sigue haciendo, y con mucha responsabilidad, el error esta en pensar en que uno obtiene todo por internet, porque no es mas que una complementacion, y en los años en que vivimos, uno de los instrumentos que no hay que dejar de aprovechar. El Periodismo existio y existe y quiero aclarar lo siguiente.
    Todos tenemos derecho a comunicar… a ser comunicadores. Eso es verdad de hecho es la realidad. Comunicar es y debe seguir siendo un derecho humano universal e inviolable, pero no es lo mismo que ejercer una profesión que tiene características técnicas y científicas como la ingeniería, la medicina, la economía, entre otras. Porque no es lo mismo preguntar que entrevistar; redactar que escribir; narrar que hablar; interpretar que opinar. Como no es lo mismo ser ingenioso que ingeniero; o curandero que médico; como no es lo mismo abogar que ser abogado; libertad de expresión y libertad de profesión. En fin, todos somos comunicadores… pero no todos periodistas.
    El problema es que tiene que haber una regulación para el ejercicio de una profesión que cuesta cinco años en la universidad. Sino, eliminémoslas del pensum universitario. De verdad algunos estarían de acuerdo con esta propuesta. Claro sería más fácil para quienes quieren ser profesionales sin estudiar.
    Internet y su alcance, segun tu escrito, “Un espacio donde la voz de las mayorías puede sonar tanto como la de las ignoradas minorías”. Internet no es solo eso, “la red” no es presentar noticias, noticias que muchas si llevan su interpretacion correspondiente; y no dejar por ello de quitarle la profesionalidad al periodista.

  2. Por supuesto, comparto algunas cosas de tu comentario, pero quiero aclararte algo importante. Yo soy periodista, con mi título universitario, con un master y toda la pesca, perteneciente a todas las entidades de nuestra profesión…Por eso mismo sé que todo eso no hace buena la labor de un periodista, ni garantiza su responsabilidad en el ejercicio de su función en la sociedad. Ni carecer de todos estos atributos formales impide a ciertas personas hacer la mejor de las labores periodísticas. Eso es lo grande de Internet y ese es el vértigo que muchos profesionales no soportan. Al grito de “¡intrusos!” quieren conjurar esta nueva realidad que, sin duda, beneficia al ciudadano y a los buenos periodistas. Los que se amparan en un título para protegerse de la sana competencia y de la explosión de nuevas voces e ideas, quiza no merezcan más que eso, un título universitario. Ser periodista es mucho más.

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