oviembre de 1993. Slobodan Praljak comanda la facción que acabaría con siglos de cultura para levantar un monumento al odio entre pueblos en Mostar. Hace unos días se quitó la vida al estilo de los condenados nazis de Núremberg
Un puente renacido, balas de paz, brasas de odio
Agosto de 2016. Un aroma de lugar único y mítico hace que los clicks de las cámaras se sucedan entre el silencio y el paso lento de los visitantes que quieren beber el tiempo que se agolpa en Mostar. La memoria se asoma de mil formas, obuses transformados en arte, paredes que rezuman viejos odios. El Neretva lava mansamente bajo el puente resucitado el recuerdo de su tragedia y el pueblo bosnio ahora lucha…por olvidar.
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