En 2009, antes de la llegada de los VTC, el gremio del taxi ya combatía el que consideraban intrusismo inaceptable. Cada cierto tiempo, hay sectores laborales que, en nombre de la protección del consumidor, se indignan por la irrupción de intrusos, etiqueta maldita para quienes se atreven a competir sin permiso.
Intrusismo, una palabra que siempre me ha resultado desconcertante. ¿Quién es profesional de algo?, ¿quien gana su sustento de una determinada actividad laboral?, ¿como empelado de una gran empresa?, ¿como modesto autónomo?, ¿el que es reconocido como una autoridad en la materia?, ¿quien ejerce un hobby con más dedicación y ahínco que su trabajo?, ¿o quien tiene un título oficial?, ¿cuánto de oficial?, ¿con qué calificaciones?, ¿el que desempeña una labor brillantemente?, pero…¿cuánto de brillantemente?, ¿a juicio de quién?
Al final, sólo podremos establecer ciertos convencionalismos legales cuando los haya, que siempre serán discutibles y rebatibles. Ser o no ser periodista, para mí no es la cuestión, como no lo es si debe o no llamarse matrimonio la unión civil homosexual. Me importa muy poco. Y a las personas de a pie, que no van paseando ni blandiendo sus títulos, merecidos o no, virtuales o tangibles, tampoco.
Al hilo de la protesta que plantean los taxistas de Madrid, no está de más reflexionar sobre la contradicción que supone defender, por un lado, la plena y libre competencia en el seno de un mercado liberalizado, y por otro, reclamar una estricta regulación colectivista que impida la irrupción de nuevos competidores.
Un caso muy ilustrativo es el debate que ha penetrado la profesión periodística. Porque si, de verdad, somos los periodistas consecuentes con nuestra supuesta vocación, no nos va a quedar más remedio que preocuparnos de que el ciudadano sea libre para opinar, votar y actuar, en función de la más rica y plural información y opinión. Y si no nos vale el paternalismo informativo como excusa para justificar la censura, no nos debe valer criba alguna para descalificar ni clasificar a nadie a la hora de expresarse públicamente.
Si nos preocupa lo de periodista sí o no es porque no queremos que se ningunee el esfuerzo realizado para obtener nuestro título académico. A los taxistas les duelen los dineros y paciencia gastados parea obtener una licencia. De acuerdo, a mí también me pasa. Pero debemos asumir que ese esfuerzo se defiende sólo demostrando ante los demás solvencia a la hora de trabajar y nada más.
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