Quien tenga oídos para oír…

Los grandes espectáculos de Expo 2008, un brillante grito en el desierto, dejan un rastro de talento y dignidad

iceberg

Iceberg

De los tres grandes espectáculos de Expo 2008, el descomunal y radical montaje fluvial Iceberg y el impactante y provocador Hombre Vertiente dejan, sin duda, una huella difícil de borrar en el imaginario de esta, por tantas razones, frustrante exposición internacional.

No soy nada optimista respecto de la eficacia del mensaje artístico, por apabuyante que sea su formato, a la hora de incidir en un verdadero cambio cultural o social, nás allá de una leve y efímera sacudida momentánea de la conciencia del espectador. Sin enbargo no puedo más que aplaudir la actitud de quienes han puesto tanto de sí mismos para conseguirlo.

Tanto las aplastantes y atronadoras imágenes de Iceberg, la implacable mirada de su mega cabeza androide, como el estallido acuático de los hombres Vertiente, y su incesante y singular teatro aéreo, dejan muy alto los nombres de Calixto Bieito y de Pichón Baldinu, directores respectivos de ambos montajes, de los que, con todo merecimiento,  pueden enorgullecerse FOCUS y OJALÁ, sus respectivas productoras.

Hombre Vertiente

Hombre Vertiente

No es sólo que el tercer gran espectaculo de la exposición, El Despertar de la Serpiente, no sea una más que una digna muestra del arte circense itinerante y  de su encantadora mezcla de vestimentas, saltimbanquis, mimo y ballet. Lo que cada vez se hace más patente es que desde Els Joglars en los fastos barceloneses del 92 para acá, hay que aportar algo más si una producción quiere significarEl despertar de la Serpientese de modo especial en un espacio tan sugerente como el de una exposición internacional. Por otra parte, me temo que empieza a notarse que Cirque du Soleil, cuyo éxito es totalmente merecido, ya es una verdadera industria com más de 3000 empleados en todo el mundo y una docena de espectáculos en circulación. Bien, muy bien, alta escuela, pero nada más.

Me quedo con el recuerdo de las intensas y contradictorias sensaciones, de los vertiginosos silencios, de las conciencias heridas, de las miradas redondas y  las bocas abiertas que flotaban tras los espectáculos comprometidos de Iceberg y Hombre Vertiente.

Bravo por ellos.

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