EXPO 2008, un acto insostenible por un mundo sostenible

Recuerdos del parque de los sueños

Nada más efímero, nada más provisional e insostenible que un evento como la Expo de Zaragoza. Sus millones de kilos de acero, plástico y hormigón quedarán muy pronto reducidos a sus elementos más sobresalientes, salvados en solitario, desnudos de banderas, luces y cartelas, mudos de músicas y bullas festivas.

Es curioso, sin embargo, que el evento que ha revolucionado Zaragoza esté dedicado por entero a la propagación de mensajes por la sostenibilidad de nuestra civilización, enredada en un crecimiento desenfrenado que trae los peores augurios para el futuro.

Sostenible es todo lo que puede mantenerse por un tiempo indefinido, todo lo que puede reabastecerse indefinidamente  para reponer los recursos que ha consumido o destruido

Cuando, como tantos otros, visité recientemente la exposición internacional, lo hice convencido de sumergirme en una especie de parque de atracciones temático. Para miles y miles de visitantes, familias completas aramadas de cantimploras y bocatas, maños perplejos perdidos entre planos y azafatas, niñería múltiple tragando ilusionados las colas imposibles, acalorados todos, también se trataba de una versión lúdica de una excursión más o menos cultural. Como mucho, un tour virtual por los paísers del mundo.

El hombre que escribe sobre el agua
Poco a poco, me dejé dominar, primero con algún esfuerzo, luego sin él, por la contundencia de algunas verdades que más que puños eran puñetazos en mi conciencia. El agua no falta pero se reparte mal, como lo demás. El mundo crece, pero a costa de su existencia futura. Consumimos como si usáramos un arma de destrucción masiva. No sé si a mis tumultuosos colegas de visita les habrá pasado lo mismo.

En el pabellón de Bélgica quedé impactado por una escultura en bronce de un autor del que, confieso, no sabía nada, cuyo centro argumental, envuelto en un entorno intensamente expresivo, siete bañeras llenas de agua alineadas bajo una tenue penumbra, es un hombre inmerso en el agua de una de ellas que trata de escribir con su dedo índice un misterioso mensaje sobre la superficie del agua. La rigidez del bronce inmovilizaba para siempre un gesto inútil y, a la vez, desesperado.

En Zaragoza, el agua es el centro de un grito que clama por mundo más justo. Por poco tiempo, muy poco, quizá demasiado poco, porque cuando las arcas, llenas para tal fin, dejen ya de tapar el inmenso sumidero por el que se deshace la Expo, en su absoluta insostenibilidad, y la fiesta se acabe, el grito callará.

¿Habrá entonces sido Expo 2008 también sólo un mensaje escrito sobre la fugaz superficie del agua que la inspira?

“De man die op het water schrijft”

“El hombre que escribe sobre el agua”

–Jan Fabre (Amberes, 1958)

C O N T I N U A R Á …

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